29 de diciembre de 2008

Seguimiento del fórum 15/12/08 (II)

A continuación presento los comentarios de mis compañeras sobre su sentir en la sesión, es decir, sus sensaciones, percepciones y sentimientos. De nuevo, tampoco aquí copiaré mi opinión, salvo que responda a alguna de mis compañeras.


Carmen dice:

“La verdad es que me gustó mucho la metodología que se siguió en esta asignatura. Sinceramente, ¡¡me he sentido genial!!

De la primera parte me gustaría comentar un par de cositas:

A veces olvidamos que tenemos que desconectar de todo (incluido nuestro cuerpo), y que la mente es más poderosa de lo que creemos. Mi sugerencia es que aprendamos a canalizar nuestras energías del modo que mejor nos resulte. En esta clase lo hicimos de manera "imitativa" aunque la verdad es que para mi fue difícil conseguir sentir la energía de otra persona mientras bailaba al son de la música.

Sentí sensaciones tales como libertad, alivio, relajación total, bienestar, no sentido del ridículo, diversión, sorpresa (porque no me esperaba una clase tan dinámica) etc...

De la segunda parte, me gustó mucho hacer el role-playing de profesora puesto que es a lo que me quiero dedicar algún día. Es verdad que hubo una inversión de roles, pero es que yo creo (nunca se sabe como se va a reaccionar) que hubiera actuado de la misma manera porque hay muy pocos alumnos que merezcan la pena, y esta alumna se suponía que quería estudiar, así que mi actitud era como una motivación a que siguiera adelante, habiendo reconocido sus errores. Además, queríamos firmar un contrato de aprendizaje que era moral y legal, sin consecuencias puesto que se tenía en cuenta las necesidades de ambas partes.

En definitiva, me di cuenta de que es muy difícil ejercer la docencia, que te encuentras amenudo con problemas que no tienen siempre una solución fácil y que tenemos que ser autoritarios en diferentes ocasiones, dependiendo del alumnado con el que se trata.


A lo que le respondí:


“estoy totalmente de acuerdo contigo en que en más de una ocasión nos olvidamos de que tenemos que desconectar de lo que nos rodea, y no solo físicamente, apagando el teléfono móvil o el ordenador, sino también mentalmente. De hecho, creo que de las clases de Benjamín podríamos sacar mucho más jugo si consiguiéramos desconectar de todo y dejáramos a un lado la vergüenza, los roles de cada uno, la falta de seguridad, etc. Yo me lo he propuesto, a ver cómo van las otras sesiones.

Por cierto, no me disgustó en absoluto tu actuación con Lydia. Sí me sorprendió, porque la profesora perdió parte de su autoridad y se rebajó en parte ante la alumna, pero ¿acaso no puede haber profesores que sean buenas personas o qué?”.


Y Lydia aportó también su opinión sobre las palabras de Carmen:


Yo estoy de acuerdo con vosotras... ¿quién ha dicho que la profesora Carmen actuó mal? Ella hizo lo que creyó conveniente en esa ocasión y no podemos juzgar sus actos. Lo que sí podemos es comentar que quizás perdiera la autoridad frente a las exigencias del alumno, pero tampoco sé si esto sería así, tan evidente. Ella se propuso negociar con la alumna y fue lo que hizo. Fue muy consecuente con sus objetivos y con sus ideas. A mí no me parece reprochable nada de lo que hizo Carmen en su actuación. Simplemente actuó según el rol que había querido adoptar.


Además Lydia manifestó también cómo se había sentido durante la clase:


“A mí me dio bastante vergüenza el comienzo de la clase del lunes. Soy muy tímida y me cuesta mucho desinhibirme. Además, me entraba la risa tonta. Con el baile, la cosa fue algo mejor, porque lo podía hacer con los ojos cerrados y así no veía a todo el mundo mirándome. Esta experiencia me ha servido para percatarme una vez más de que soy pudorosa con mi cuerpo y de que me cuesta mucho liberar las emociones. En principio, este tipo de actividades no me gusta mucho porque me siento ridícula. Sin embargo, el otro día, después del ejercicio me he sentido bien, alegre y con ganas de reír y de divertirme.

Las representaciones teatrales me gustaron mucho más. En esta situación me sentí mucho más cómoda porque yo llevaba el control de mi actuación, ya no se trataba de imitar a nadie ni de dejarse llevar por una melodía. Ahora yo decidía qué decía y cómo actuaba. Lo que a mí no me gusta es perder el control de la situación. Me siento incómoda cuando afloran mis sentimientos sin control y soy reacia a mostrar mi interior. Lo sé y lo asumo (con resignación).

En cuanto a la percepción de mis compañeras realizando los ejercicios, debo señalar que me dio la sensación de que ellas disfrutaban más que yo, que no se sentían tan turbadas como yo, y eso me dio ánimos para seguir adelante: si ellas podían hacerlo, yo también. Sus actuaciones en los juegos de rol me parecieron interesantísimas, porque asumieron papeles que, en principio, no coinciden con su forma de ser habitualmente, aunque los lleven en su interior y puedan aflorar en determinadas circunstancias. Esto me ha hecho pensar que en el fondo, todos podemos ser lo que queramos ser. Que sólo es cuestión de proponérselo y de creer firmemente en ello. Aunque me da miedo esta idea por los comportamientos negativos y agresivos que podamos asumir y representar en determinadas circunstancias. A mí no me gustaría comportarme como la profesora que se mostró impertérrita ante la alumna que iba a perder su beca de estudios por un suspenso (Isabel y Aída). Ni tampoco humillarme tanto como la alumna que se arrodilla llorando ante el profesor o la hija que da la batalla por perdida antes de comenzarla (aunque a veces me he comportado así, la verdad...)”.


Del intercambio de ideas que llevamos a cabo Carmen, Lydia y yo, no hay ninguna duda de que coincidimos en la dificultad de ejercer la docencia y en que el comportamiento que adopte el profesor, si está bien argumentado, no debe ser reprochado desde fuera. Carmen se defiende en su aportación sobre el hecho de que perdió autoridad cuando negociaba con la alumna, porque renunció en parte a sus ideas iniciales y aceptó en parte las condiciones que pedía la estudiante.


Todas creemos que su postura, la de Carmen, es respetable y lícita porque responde a varios motivos. Carmen consideró que la alumna era una muy buena estudiante y se merecía una oportunidad. Como dice Lydia, cada uno adopta libremente el rol que le parece más adecuado en cada situación.


Para terminar, con lo que respecta al sentir durante la clase, Lydia, a diferencia de Carmen y de mí, que nos sentimos a gusto durante el ejercicio, expresa que en la primera parte de la clase, se sintió más cohibida y ridícula porque no tenía el control de la situación, aunque es verdad que al final, se sentía alegre y contenta. Además, Carmen y yo coincidimos en la importancia de liberar nuestro cuerpo físicamente y de valorar el poder de nuestra mente.

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