7 de enero de 2009

Monólogo del profesor ideal

Si yo fuera el profesor ideal sería básicamente competente y “amiga” de mis estudiantes. Pero como supongo que Benjamín no se conformará con una línea, voy a intentar explicar un poco más como sería la Dra. Martínez, jaja.


En primer lugar, con respecto a la forma de ser, sería una persona culta e inteligente; no sabría solo de mi ámbito de estudio o especialidad, sino que tendría muchísima cultura general. Sabría hacerme entender y explicaría con claridad, y me preocuparía más de que me entendieran los alumnos, que del tiempo o del currículum.


Intentaría llevarme bien con los estudiantes. No me refiero a perder la compostura en clase o a tomar cervezas al salir de clase, pero sí a conseguir que me vieran no tanto como la autoridad, sino como alguien a su mismo nivel, que sabría más que ellos, pero que para nada es perfecto o lo sabe todo. De todas formas, que no me importaría comer con mis estudiantes en el bar para debatir sobre algo con un café o una cervecita :D (como buena socioconstructivusta, no? jaja)


Creo que si fuera la profesora ideal me gustaría ser la típica profesora de la que los alumnos dicen que hace trabajar muchísimo y que es exigente pero que después premia los esfuerzos, aunque el resultado no sea de sobresaliente. Creo que efectivamente exigiría a mis alumnos sacrificio y tiempo, a cambio de una buena recompensa final.


Con respecto a la metodología o formas de impartir la clase, sería una profesora creativa, en continua renovación. Para no aburrirles con sesiones interminables, les animaría a participar, y combinaría las clases magistrales con el uso de las TIC. Por supuesto, tendría un blog que mis alumnos estarían obligados a visitar, puesto que sería una continuación de lo enseñado en clase, algo así como un intercambio de impresiones o conocimientos. Evidentemente, animaría a los estudiantes a que también ellos se crearan uno.


Las clases seguirían siempre más o menos el mismo orden: en primer lugar, realizaríamos algún ejercicio de relajación para destensarnos, a continuación, presentaría los contenidos del día, comentaríamos entre todos textos al respecto y animaría a los alumnos a buscar más información sobre el tema ayudándose con alguna bibliografía que les proporcionaría, de tal manera que fomentaría la autonomía y las ganas de aprender. Yo sería para ellos como una acompañante que les marcaría sutilmente el camino a seguir, pero, por supuesto, sin dárselo todo hecho.


Valoraría que el estudiante entendiera lo explicado en clase y fuera capaz de familiarizarse o reconocer ciertas cuestiones, antes que saberse todo el contenido de la materia. Les proporcionaría la información básica e indispensable de la asignatura pero dejaría que cada uno de ellos, una vez adquirido lo general, decidieran por donde seguir, conforme a sus preferencias e intereses.


Por último, estaría abierta a críticas constructivas, comentarios o propuestas de mis alumnos. Es cierto que sería su profesora, pero eso no significa que no pueda aprender de ellos, sino todo lo contrario.


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